Estabas ahí, en medio de aquel tumulto que representaba la vida que nunca hubiese deseado para mi ni para ti. En medio de todo y siendo parte de la nada.
Tus ojos, aquellos luceros incandescentes que ahogan mis ganas de vivir, el fuego de tu vida sobre la mía y mis ganas de tenerte aquí, colmando aquel vacío que existe entre los dos. Tus ojos, tan hermosos y tan llenos de vida, absorben mis sentidos y me dejan postrados ante ti, ante aquella imagen imponente que nunca estuvo aquí.